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Pepe R.Castañeda y Pepi Martinez

PREDICACIONES DESTACADAS

jueves, 18 de octubre de 2007

Predicación, jueves 18 octubre




ANDAR EN EL ESPIRITU (Romanos 8:1.11)
ver4 Y lo hizo para que podamos cumplir lo que la ley exige, pues ya no vivimos conforme a la naturaleza del hombre pecador sino conforme al Espíritu.
Pablo nos enseña dos maneras en la cual el cristiano puede andar:
1 andar en la naturaleza humana (carnal), andar en mis propios pensamientos y acciones
2 andar conforme al Espíritu, en las cosas de Dios, humillados delante de Dios y buscando su dirección en todo tiempo.
Pero ¿Cómo creyentes, podemos hacer algo bueno cuándo tenemos una naturaleza pecadora? ¿Cómo puede un Dios Santo aceptar alguna cosa que hacemos cuando no tenemos “nada bueno” morando en nosotros? la respuesta está en el versículo 3

ver3 Porque Dios ha hecho lo que no pudo hacer la ley de Moisés, que era incapaz de hacerlo a causa de la debilidad humanad Dios envió a su Hijo en la misma débil condición del hombre pecadora y como sacrificio por el pecado, para de este modo condenar al pecado en la propia debilidad de nuestra condición.

Lo que es imposible para el hombre carnal, es posible para el hombre en Dios, en Cristo Dios condenó al pecado. Humanamente no podemos hacer nada para agradar a Dios, por eso, debemos confiar en la gracia de Dios y sólo a través de ella vamos a poder andar en el Espíritu.
Podemos tener dos “disposiciones”: podemos inclinarnos hacia las cosas de la carne y ser un creyente carnal, en enemistad con Dios; o podemos inclinarnos hacia las cosas del Espíritu, ser un creyente espiritual y disfrutar de gozo y paz. La mente carnal no puede agradar a Dios; sólo el Espíritu obrando en nosotros y a través de nosotros puede agradar a Dios .Como creyentes no tenemos ninguna obligación con la carne, nuestra obligación es hacia el Espíritu Santo. Fue el Espíritu el que nos convenció y nos mostró nuestra necesidad del Salvador. Fue el Espíritu el que impartió la fe salvadora, implantó la nueva naturaleza en nosotros y nos da testimonio cada día de que somos hijos de Dios.

Cristo nos amó tanto que murió por nosotros; el Espíritu nos ama tanto que vive en nosotros. A diario soporta nuestra carnalidad y egoísmo; todos los días nuestro pecado lo contrista; y sin embargo nos ama y permanece en nosotros como el sello de Dios y las “arras” (“garantía”) de las bendiciones que nos esperan en la eternidad. 2 CO 1.22.
Andar y ser guiados por el Espíritu es lo mejor que puede pasarle a la persona creyente, es la mejor manera de saber que hacemos las cosas bien.
Medititación en la palabra del hermano: Andrés Pascual
publica: Vicente Borrego

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