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Pepe R.Castañeda y Pepi Martinez

PREDICACIONES DESTACADAS

sábado, 28 de julio de 2012

EL PRECIO DEL DISCIPULADO ES EL SUFRIMIENTO. Filipenses, 1:29

 





 
PEPE R. CASTAÑEDA PRESENTO EL CULTO ANIMANDO A LOS ASISTENTES A TENER UN NUEVO ENCUENTRO CON DIOS EN ESTE DIA AHORA COMO CUERPO, ALABANDO Y ADORANDO A DIOS POR QUE EL ESTA PRESENTE. DONDE DIOS ESTA ESTA SU GLORIA Y SU PODER. TAMBIEN PIDIO LA OFREENDA DANDO GRACIAS A DIOS DE PODER DAR DE LO MUCHO QUE EL NOS DA Y A LA VEZ DARNOS CUENTA QUE DEL SEÑOR SON TODAS LAS COSAS Y NOSOTROS NO PODEMOS OLVIDAR QUE SOMOS POR SU GRACIA MAYORDOMOS SUYOS.

PACO JUSTICIA HIZO LA INTRODUCCION A LA PALABRA CON 2 TIMOTEO, 2:19-21 19 Pero el fundamento de Dios está firme, teniendo este sello: Conoce el Señor a los que son suyos; y: Apártese de iniquidad todo aquel que invoca el nombre de Cristo. 20 Pero en una casa grande, no solamente hay utensilios de oro y de plata, sino también de madera y de barro; y unos son para usos honrosos, y otros para usos viles. 21 Así que, si alguno se limpia de estas cosas, será instrumento para honra, santificado, útil al Señor, y dispuesto para toda buena obra.



Jueves, 26 de Julio de 2.012
EL PRECIO DEL DISCIPULADO ES EL SUFRIMIENTO
FILIPENSES, 1:29 Porque a vosotros os es concedido a causa de Cristo, no sólo que creáis en él, sino también que padezcáis por él,

Estaba ingresado en el hospital de la zona donenfermo de tuberculosis.

Cierto día me llamaron para informarme que la enfermedad de Ignacio se había agravado. En las próximas cuarenta y ocho horas, su situación era muy delicada y fue necesario proveerle de muchos medicamentos con el propósito de salvarle la vida; pero todo fue en vano, pues la muerte se acercaba.

Su vida de cristiano había sido muy breve: apenas tres meses; pero fue un tiempo lleno de entusiasmo y de fervor. Le hablamos de tener confianza en el Señor, y él nos respondió enfáticamente de su ardiente esperanza de ver pronto al Salvador. Luego nos dijo: "Hay una cosa que me entristece y es que solamente haya sufrido por las enfermedades de mi cuerpo, y que nunca tendré el honor de sufrir por Cristo". jamás habíamos pensado que sería un honor sufrir por el Señor Jesucristo. Pronto Ignacio partió a la presencia del Señor.

Sus últimas palabras se nos quedaron grabadas y recordamos que él no fue el primero en considerar un honor sufrir por Cristo; Pablo había dicho siglos antes: "A vosotros os es concedido… no sólo que creáis en Cristo sino también que padezcáis por él" (Fil.1:29).

El sufrimiento a que se refiere Pablo nace de la oposición al evangelio (vers.28) y esto no es accidental ni tampoco castigo divino, sino una señal de su favor, "sellos de su adopción como hijos de Dios" Debiéramos abrazar el camino del sufrimiento por causa del evangelio.

Pero ¿habremos de buscar el sufrimiento? La historia nos relata de hombres en distintas épocas que infligieron toda clase de castigo a sus cuerpos, en un intento de sufrir por Cristo. Tales actos de "duro trato al cuerpo, no tienen valor alguno contra los deseos de la carne" (Col.2:23), y mucho menos se los podría denominar "por el evangelio" (Mc.:35). Tampoco el cristiano debe suscitar oposición deliberadamente, creando así un tipo de automartirio. Entonces ¿Qué significa sufrir por Cristo"

DISCIPULADO Y SUFRIMIENTO

Cuando Jesús envió a sus discípulos a predicar el evangelio (Mt.10:5-25), subrayó que la reacción a este mensaje tendría consecuencias eternas; "en el día del juicio será más tolerable el castigo para la tierra de Sodoma y Gomorra que para aquella ciudad" (v.15); y de inmediato agrega que los está enviando como a ovejas en medio de lobos y que "seréis aborrecidos de todos por causa de mi nombre" (v.22).

Si no cumplimos con esta misión no seremos perseguidos. Sentados cómodamente en los templos evangélicos mientras el mundo perece, es traicionar a Jesús. En nuestras iglesias no molestamos a nadie con nuestro mensaje irritante y nos dejarán en paz; pero al enfrentar el mundo con la predicación de las demandas severas del evangelio seremos como ovejas en medio de lobos rapaces. Solemos diluir nuestro mensaje para que sea menos ofensivo y más aceptable al hombre natural, con lo que evitamos el sufrimiento.

SER DISCIPULOS IMPLICA SUFRIR

Jesús definió los términos del discipulado (Mc.8:34): "Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo y tome su cruz y sígame". ¿Negarse a sí mismo? ¡Cuesta! El Discípulo tiene que ver con autodisciplina; una disciplina que uno mismo se impone; y esto es algo que nos duele, cuesta, y que uno debe sufrir. Jesús nos llama a abandonar nuestros egoísmos, placeres y hábitos malsanos, y a someter todo a sus intereses, a su Reino.

El cristiano es comparado en las Escrituras a un atleta y a un soldado, y ambas figuras enfatizan la necesidad de disciplina, de entrega del cuerpo, y su entrega total al logro de sus objetivos.

¿EN QUE NOS HEMOS DE DISCIPLINAR?

En el uso del tiempo. ¿Administras bien tu tiempo? ¿Tienes alguna hora del día reservada para el Señor, para la meditación de su Palabra, para la oración e intercesión? ¿Estás demasiado ocupado como para ayudar a tu hermano o a tu vecino en alguna necesidad? Si es así ha llegado el momento en que debes organizar tu tiempo, aún a costa de sacrificios.

En el dominio de nuestros apetitos. Nuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo y como tal debemos guardarlo de excesos que lo deshonren. Pablo ponía su cuerpo en servidumbre, temeroso de que la falta de disciplina pudiera llevarlo al naufragio espiritual (1 Co.9:27). El ayuno es una disciplina espiritual y quizá el haberlo abandonado, incide en nuestra pobreza espiritual (Hch.13:2). El Nuevo Testamento enseña que la templanza y el dominio propio son un deber inexcusable del cristiano, y esto siempre significa privarnos de todo aquello que sea innecesario.

En la administración de nuestro dinero y posesiones. Hace tiempo que hemos abandonado el diezmo, aduciendo que no se halla en el Nuevo Testamento, pero sí resulta una buena disciplina. Debemos comprender, que es imprescindible que tengamos responsabilidad en relación con nuestras ofrendas, y con la utilización de nuestros bienes para el servicio del hermano y el prójimo. Y por supuesto, esto representa sufrimiento, en la medida en que tenemos que aceptar que no somos los dueños absolutos de lo que Dios nos ha dado.

En otras esferas. Hay comodidades que nos quitan el sufrimiento, pero nos privan también del servicio, en el uso de los dones, en las relaciones con los hermanos, con nuestro prójimo. En nuestro temperamento, pues, debemos recordar el dominio propio, la generosidad, la abnegación propia del discípulo, nos impulsarán a subordinarlo todo a los intereses del Reino de Dios. En Mc.8:34 Jesús añade otra dimensión del sufrimiento: "Toma tu cruz".

Hay pocas palabras cuyo significado ha sido más diluído. Pensamos que nuestros problemitas son parte de la cruz que estamos tomando, pero nada más lejos de la verdad. En los días de Jesús "tomar la cruz" tuvo un significado dramático.

Era un suceso, no un proceso. El reo condenado por la justicia, debía "doblarse para tomar su cruz para dirigirse hacia el lugar de la muerte. Allí una multitud alborotada lo escupía, insultaba, maldecía. No queremos sufrir, no queremos llevar esa cruz. Nos rodeamos de comodidades para evitar el sufrimiento, y usamos esa misma mentalidad en lo espiritual. Pero Jesús, nos dice que ese no es el camino de la vida de Dios que debemos vivir en este mundo. Vivir la vida cristiana es "perder la vida por causa de mí y del evangelio", dijo el Señor Jesucristo.

"Hay una cosa que me entristece y es que solamente haya sufrido por las enfermedades de mi cuerpo, y que ya nunca tendré el honor de sufrir por Cristo".

"Salgamos, pues, a él, fuera del campamento, llevando su vituperio; porque no tenemos aquí ciudad permanente, sino que buscamos la que está por venir".

Meditación en la Palabra: Pastor Pepe R. Castañeda