Hoy vamos a tratar un tema que la mayoría de las veces, sutilmente pasa desapercibido, el chismorreo esta tan común en la sociedad que pensamos que no es pecado, y sabemos de antemano que chismorrear no le agrada a Dios.
El chisme: es hablar mal de otra persona a sus espaldas, hay pecados que le damos poca o ninguna importancia, a veces juzgamos los pecados de los demás como el tamaño de una paja y nos olvidamos de la viga que nosotros mismos tenemos como pecado, eso nos puede llevar al desastre. El chisme lo toleramos fácilmente contando a otros los pecados de una tercera persona, sin pensar en los nuestros. El chisme carcome por dentro, nuestros corazones y las vidas de las personas de la cual hablamos mal de ellas la menospreciamos, deteriorando su identidad.
Ocurre muchas veces que el contenido en sí no es “grave” o “escandaloso”, prácticamente en la mayoría de los casos, y nosotros con nuestras torpes palabras “inflamos” el chisme y llegamos a deteriorar de tal manera la identidad de la otra persona que luego cuesta mucho trabajo, esfuerzo y tiempo, reestablecer cordialmente las relaciones.
Pero, ¿por qué es tan malo el chisme?
Porque es pecado, lo vemos en la Biblia en Romanos 1: 29-30, Proverbios 26:20, 1ª Timoteo 5:3, la palabra considera al chisme como una “perversidad”. Una comunidad llena de chisme aparta a los mejores amigos. Si no hay chisme no hay pelea. Trae división, uno piensa que está por encima de otro, que es mejor persona.
Muchas veces divulgamos los secretos de alguien para inflar nuestro ego, para hacernos crecer, lo único que conseguimos es hacer heridas en la iglesia y un desastre para nuestra propia alma.
¿Qué hacemos con el?
1 Llamarlo por su nombre, el chisme es pecado. Si tengo tendencia a chismear deja de justificarlo y dejar que el Espíritu Santo actúe.
2 Reconocer el alcance destructivo del chisme. Santiago 3: 5 y 6. Lo que parece ser inofensivo puede ser un virus mortal para el cuerpo.
3 Apropiarte del poder de la palabra para edificar y fortalecer a los demás, nunca para chismear ni degradar.
Aprendí que uno está inmerso en un chisme si uno...
a) no es parte del problema;
b) no es parte de la solución.
a) no es parte del problema;
b) no es parte de la solución.
Lo anterior me ha equipado para discernir cuando formo parte de un chisme, ya sea como emisor o como receptor.
¿De qué nos sirve ésto?
1) Emisor. Debo preguntarme a mi mismo si contándole a Josefa lo que le pasó a Petra contribuye positivamente a solventar la situación. Si no es así, debo abstenerme de hacerlo. Si ya lo hecho, se que he pecado y debo tomar las medidas necesarias para reparar o mitigar el daño (ejemplo: Pedir perdón).
2) Receptor. A veces nos hallamos en una situación en la cual, muchas veces sin buscarlo, nos enteramos de un chisme. ¿Qué puedo hacer? Lo más recomendable, en primer lugar, es orar y pedir gracia y sabiduría para lidiar con la situación.
1) Emisor. Debo preguntarme a mi mismo si contándole a Josefa lo que le pasó a Petra contribuye positivamente a solventar la situación. Si no es así, debo abstenerme de hacerlo. Si ya lo hecho, se que he pecado y debo tomar las medidas necesarias para reparar o mitigar el daño (ejemplo: Pedir perdón).
2) Receptor. A veces nos hallamos en una situación en la cual, muchas veces sin buscarlo, nos enteramos de un chisme. ¿Qué puedo hacer? Lo más recomendable, en primer lugar, es orar y pedir gracia y sabiduría para lidiar con la situación.
Es muy probable que lo más aconsejable es que no actuemos hasta recibir dirección de Dios ya sea a través de su Palabra y/o de algún(a) Hermano(a) con suficiente madurez espiritual para guiarnos en la dirección apropiada.
Aún cuando decidimos que lo mejor es callar y evitar la propagación del chisme, tenemos el arma más poderosa a nuestra disposición: La oración. Ésta nos siempre nos permite ser parte de la solución.
Pidámosle al Señor que tome el control de la situación, que dirija los pasos de las personas sobre las cuales oímos el chisme, y que las proteja y las cuide según su voluntad y para su gloria. Al fín y al cabo, ¡quién mejor que nuestro Pastor para guiarnos hasta pastos verdes y aguas mansas! (Salmo 23). Así que cuando estés tentado a propagar chismes, pregúntate: ¿Soy parte del problema? ¿Soy parte de la solución? Oro porque el Señor nos llene de sabiduría para actuar apropiadamente en cada caso.
Cuando alguien se dirija a mí hablando mal de otra persona, debemos sacar las cosas buenas de esa persona a la cual están chismorreando, respondiendo el mal con el bien. 1ª de Pedro 4:8 dice “ante todo tener entre vosotros ferviente amor, porque el amor cubrirá multitud de pecados”. El chisme es un pecado que pasa fácilmente por nuestro juicio imperfecto.
Cuando nos encontramos en una situación de oír un chisme debemos cortar eso, e intentar llegar a arreglar el tema con la ayuda de Dios. No podemos formar parte de los chismorreos, debemos formar parte de la solución, buscar la unidad y si es necesario pedir perdón.
predicación: Pastor José R. Castañeda
publicado: Andrés P. Vela