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Ajustar tu vida a Dios.
EL COSTO DE LA OBEDIENCIA I PARTE
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Tu no puedes quedarte donde estás y seguir a Dios. No puedes continuar haciendo las cosas a tu manera y realizar los propósitos de Dios. Tus pensamientos no son los pensamientos de Dios. Para HACER la voluntad de Él, tu tienes que ajustar tu vida a Él, a sus propósitos, a sus caminos y sus planes.
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En la enseñanza de hoy estamos considerando tres afirmaciones en cuanto a los ajustes y la obediencia.
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1. Tu no puedes quedarte donde estás y seguir a Dios.
2. La obediencia es costosa para ti y para los que te rodean.
3. La obediencia requiere dependencia total de Dios para que Él obre por medio de ti.
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En la segunda afirmación: La obediencia es costosa para ti y para los que te rodean. No puedes conocer y hacer la voluntad de Dios sin pagar el precio del ajuste y la obediencia. Estar dispuesto a pagar el precio de seguir su voluntad exige uno de los ajustes más grandes al que te vas a enfrentar.
Fue en este mismo punto que "muchos de sus discípulos volvieron atrás, y ya no andaban con él" (Jn. 6:66). Éste es también el punto donde muchas iglesias se quedarán sin conocer y sin realizar el propósito y la voluntad de Dios, porque no están dispuestos a pagar el precio de la obediencia.
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El costo: Un ajuste en nuestro tiempo libre
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Fuimos retados a cambiar nuestros planes y ajustarlos cuando decidimos dedicar tiempo para visitar las carceles hace dos años y seguimos con la ayuda del Señor visitandolas pero tambien predicando en los hospitales y en los pueblos de la provincia de Cádiz y en Jaen.
Tu no puedes quedarte donde estás y seguir a Dios. No puedes continuar haciendo las cosas a tu manera y realizar los propósitos de Dios. Tus pensamientos no son los pensamientos de Dios. Para HACER la voluntad de Él, tu tienes que ajustar tu vida a Él, a sus propósitos, a sus caminos y sus planes.
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En la enseñanza de hoy estamos considerando tres afirmaciones en cuanto a los ajustes y la obediencia.
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1. Tu no puedes quedarte donde estás y seguir a Dios.
2. La obediencia es costosa para ti y para los que te rodean.
3. La obediencia requiere dependencia total de Dios para que Él obre por medio de ti.
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En la segunda afirmación: La obediencia es costosa para ti y para los que te rodean. No puedes conocer y hacer la voluntad de Dios sin pagar el precio del ajuste y la obediencia. Estar dispuesto a pagar el precio de seguir su voluntad exige uno de los ajustes más grandes al que te vas a enfrentar.
Fue en este mismo punto que "muchos de sus discípulos volvieron atrás, y ya no andaban con él" (Jn. 6:66). Éste es también el punto donde muchas iglesias se quedarán sin conocer y sin realizar el propósito y la voluntad de Dios, porque no están dispuestos a pagar el precio de la obediencia.
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El costo: Un ajuste en nuestro tiempo libre
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Fuimos retados a cambiar nuestros planes y ajustarlos cuando decidimos dedicar tiempo para visitar las carceles hace dos años y seguimos con la ayuda del Señor visitandolas pero tambien predicando en los hospitales y en los pueblos de la provincia de Cádiz y en Jaen.
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Decimos que Dios es Señor y que Él puede interrumpir nuestra vida siempre que quiera. Sencillamente no esperamos que lo haga. Esperamos que confirme cada cosa que estamos haciendo, y que nunca nos pida cambiar nada de lo ya planeado. Si queremos que Dios marche por los canales que hemos establecido, y proteja nuestros planes y programas, estamos en serios problemas. Cuando Dios nos invita a unimos a Él tendremos que hacer grandes ajustes. Esos ajustes y la obediencia a la dirección de Dios serán costosos. ¿Nos pidió Dios alguna vez que cambiáramos nuestros planes y direcciones personales para obedecerlo?
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Hechos 9:1-25 El ajuste que Saulo tuvo que hacer. El costo que tuvo que pagar para seguir a Cristo.
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9:1 Saulo, respirando aún amenazas y muerte contra los discípulos del Señor, vino al sumo sacerdote, 9:2 y le pidió cartas para las sinagogas de Damasco, a fin de que si hallase algunos hombres o mujeres de este Camino, los trajese presos a Jerusalén. 9:3 Mas yendo por el camino, aconteció que al llegar cerca de Damasco, repentinamente le rodeó un resplandor de luz del cielo; 9:4 y cayendo en tierra, oyó una voz que le decía: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? 9:5 El dijo: ¿Quién eres, Señor? Y le dijo: Yo soy Jesús, a quien tú persigues; dura cosa te es dar coces contra el aguijón. 9:6 El, temblando y temeroso, dijo: Señor, ¿qué quieres que yo haga? Y el Señor le dijo: Levántate y entra en la ciudad, y se te dirá lo que debes hacer. 9:7 Y los hombres que iban con Saulo se pararon atónitos, oyendo a la verdad la voz, mas sin ver a nadie. 9:8 Entonces Saulo se levantó de tierra, y abriendo los ojos, no veía a nadie; así que, llevándole por la mano, le metieron en Damasco, 9:9 donde estuvo tres días sin ver, y no comió ni bebió. 9:10 Había entonces en Damasco un discípulo llamado Ananías, a quien el Señor dijo en visión: Ananías. Y él respondió: Heme aquí, Señor. 9:11 Y el Señor le dijo: Levántate, y ve a la calle que se llama Derecha, y busca en casa de Judas a uno llamado Saulo, de Tarso; porque he aquí, él ora, 9:12 y ha visto en visión a un varón llamado Ananías, que entra y le pone las manos encima para que recobre la vista. 9:13 Entonces Ananías respondió: Señor, he oído de muchos acerca de este hombre, cuántos males ha hecho a tus santos en Jerusalén; 9:14 y aun aquí tiene autoridad de los principales sacerdotes para prender a todos los que invocan tu nombre. 9:15 El Señor le dijo: Ve, porque instrumento escogido me es éste, para llevar mi nombre en presencia de los gentiles, y de reyes, y de los hijos de Israel; 9:16 porque yo le mostraré cuánto le es necesario padecer por mi nombre. 9:17 Fue entonces Ananías y entró en la casa, y poniendo sobre él las manos, dijo: Hermano Saulo, el Señor Jesús, que se te apareció en el camino por donde venías, me ha enviado para que recibas la vista y seas lleno del Espíritu Santo. 9:18 Y al momento le cayeron de los ojos como escamas, y recibió al instante la vista; y levantándose, fue bautizado. 9:19 Y habiendo tomado alimento, recobró fuerzas. Y estuvo Saulo por algunos días con los discípulos que estaban en Damasco. 9:20 En seguida predicaba a Cristo en las sinagogas, diciendo que éste era el Hijo de Dios. 9:21 Y todos los que le oían estaban atónitos, y decían: ¿No es éste el que asolaba en Jerusalén a los que invocaban este nombre, y a eso vino acá, para llevarlos presos ante los principales sacerdotes? 9:22 Pero Saulo mucho más se esforzaba, y confundía a los judíos que moraban en Damasco, demostrando que Jesús era el Cristo. 9:23 Pasados muchos días, los judíos resolvieron en consejo matarle; 9:24 pero sus asechanzas llegaron a conocimiento de Saulo. Y ellos guardaban las puertas de día y de noche para matarle. 9:25 Entonces los discípulos, tomándole de noche, le bajaron por el muro, descolgándole en una canasta.
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¿Le pide Dios a una persona que cambie sus planes y dirección para seguirlo?
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Saulo tuvo que dar una vuelta radical. De perseguidor de los cristianos vino a proclamar que Jesús era el Cristo. Dios te pedirá a ti que lo sigas en maneras que requerirán ajustes en tus planes y direcciones. Para Pablo el ajuste fue costoso. Incluso puso su vida en peligro.
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Los ajustes que tu tendrás que hacer serán igualmente costosos.
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I Corintios 11.23-33 Los costos que Pablo tuvo que pagar para seguir y obedecer a Cristo.
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11:23 ¿Son ministros de Cristo? (Como si estuviera loco hablo.) Yo más; en trabajos más abundante; en azotes sin número; en cárceles más; en peligros de muerte muchas veces. 11:24 De los judíos cinco veces he recibido cuarenta azotes menos uno. 11:25 Tres veces he sido azotado con varas; una vez apedreado; tres veces he padecido naufragio; una noche y un día he estado como náufrago en alta mar; 11:26 en caminos muchas veces; en peligros de ríos, peligros de ladrones, peligros de los de mi nación, peligros de los gentiles, peligros en la ciudad, peligros en el desierto, peligros en el mar, peligros entre falsos hermanos; 11:27 en trabajo y fatiga, en muchos desvelos, en hambre y sed, en muchos ayunos, en frío y en desnudez; 11:28 y además de otras cosas, lo que sobre mí se agolpa cada día, la preocupación por todas las iglesias. 11:29 ¿Quién enferma, y yo no enfermo? ¿A quién se le hace tropezar, y yo no me indigno? 11:30 Si es necesario gloriarse, me gloriaré en lo que es de mi debilidad. 11:31 El Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, quien es bendito por los siglos, sabe que no miento. 11:32 En Damasco, el gobernador de la provincia del rey Aretas guardaba la ciudad de los damascenos para prenderme; 11:33 y fui descolgado del muro en un canasto por una ventana, y escapé de sus manos.
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Algunas veces la obediencia a la voluntad de Dios resulta en oposición y malos entendidos.
Debido a la obediencia Pablo sufrió mucho por la causa de Cristo. La lista de azotes, prisiones y peligros suena como algo insoportable para una persona. En una de sus cartas concluye diciendo: Yo traigo en mi cuerpo las marcas del Señor Jesús (Gá. 6.17). Pablo no había tenido tales experiencias antes de empezar a hacer la voluntad de Su Señor. La obediencia le costó caro. A pesar de eso, Pablo podía decir:
Decimos que Dios es Señor y que Él puede interrumpir nuestra vida siempre que quiera. Sencillamente no esperamos que lo haga. Esperamos que confirme cada cosa que estamos haciendo, y que nunca nos pida cambiar nada de lo ya planeado. Si queremos que Dios marche por los canales que hemos establecido, y proteja nuestros planes y programas, estamos en serios problemas. Cuando Dios nos invita a unimos a Él tendremos que hacer grandes ajustes. Esos ajustes y la obediencia a la dirección de Dios serán costosos. ¿Nos pidió Dios alguna vez que cambiáramos nuestros planes y direcciones personales para obedecerlo?
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Hechos 9:1-25 El ajuste que Saulo tuvo que hacer. El costo que tuvo que pagar para seguir a Cristo.
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9:1 Saulo, respirando aún amenazas y muerte contra los discípulos del Señor, vino al sumo sacerdote, 9:2 y le pidió cartas para las sinagogas de Damasco, a fin de que si hallase algunos hombres o mujeres de este Camino, los trajese presos a Jerusalén. 9:3 Mas yendo por el camino, aconteció que al llegar cerca de Damasco, repentinamente le rodeó un resplandor de luz del cielo; 9:4 y cayendo en tierra, oyó una voz que le decía: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? 9:5 El dijo: ¿Quién eres, Señor? Y le dijo: Yo soy Jesús, a quien tú persigues; dura cosa te es dar coces contra el aguijón. 9:6 El, temblando y temeroso, dijo: Señor, ¿qué quieres que yo haga? Y el Señor le dijo: Levántate y entra en la ciudad, y se te dirá lo que debes hacer. 9:7 Y los hombres que iban con Saulo se pararon atónitos, oyendo a la verdad la voz, mas sin ver a nadie. 9:8 Entonces Saulo se levantó de tierra, y abriendo los ojos, no veía a nadie; así que, llevándole por la mano, le metieron en Damasco, 9:9 donde estuvo tres días sin ver, y no comió ni bebió. 9:10 Había entonces en Damasco un discípulo llamado Ananías, a quien el Señor dijo en visión: Ananías. Y él respondió: Heme aquí, Señor. 9:11 Y el Señor le dijo: Levántate, y ve a la calle que se llama Derecha, y busca en casa de Judas a uno llamado Saulo, de Tarso; porque he aquí, él ora, 9:12 y ha visto en visión a un varón llamado Ananías, que entra y le pone las manos encima para que recobre la vista. 9:13 Entonces Ananías respondió: Señor, he oído de muchos acerca de este hombre, cuántos males ha hecho a tus santos en Jerusalén; 9:14 y aun aquí tiene autoridad de los principales sacerdotes para prender a todos los que invocan tu nombre. 9:15 El Señor le dijo: Ve, porque instrumento escogido me es éste, para llevar mi nombre en presencia de los gentiles, y de reyes, y de los hijos de Israel; 9:16 porque yo le mostraré cuánto le es necesario padecer por mi nombre. 9:17 Fue entonces Ananías y entró en la casa, y poniendo sobre él las manos, dijo: Hermano Saulo, el Señor Jesús, que se te apareció en el camino por donde venías, me ha enviado para que recibas la vista y seas lleno del Espíritu Santo. 9:18 Y al momento le cayeron de los ojos como escamas, y recibió al instante la vista; y levantándose, fue bautizado. 9:19 Y habiendo tomado alimento, recobró fuerzas. Y estuvo Saulo por algunos días con los discípulos que estaban en Damasco. 9:20 En seguida predicaba a Cristo en las sinagogas, diciendo que éste era el Hijo de Dios. 9:21 Y todos los que le oían estaban atónitos, y decían: ¿No es éste el que asolaba en Jerusalén a los que invocaban este nombre, y a eso vino acá, para llevarlos presos ante los principales sacerdotes? 9:22 Pero Saulo mucho más se esforzaba, y confundía a los judíos que moraban en Damasco, demostrando que Jesús era el Cristo. 9:23 Pasados muchos días, los judíos resolvieron en consejo matarle; 9:24 pero sus asechanzas llegaron a conocimiento de Saulo. Y ellos guardaban las puertas de día y de noche para matarle. 9:25 Entonces los discípulos, tomándole de noche, le bajaron por el muro, descolgándole en una canasta.
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¿Le pide Dios a una persona que cambie sus planes y dirección para seguirlo?
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Saulo tuvo que dar una vuelta radical. De perseguidor de los cristianos vino a proclamar que Jesús era el Cristo. Dios te pedirá a ti que lo sigas en maneras que requerirán ajustes en tus planes y direcciones. Para Pablo el ajuste fue costoso. Incluso puso su vida en peligro.
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Los ajustes que tu tendrás que hacer serán igualmente costosos.
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I Corintios 11.23-33 Los costos que Pablo tuvo que pagar para seguir y obedecer a Cristo.
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11:23 ¿Son ministros de Cristo? (Como si estuviera loco hablo.) Yo más; en trabajos más abundante; en azotes sin número; en cárceles más; en peligros de muerte muchas veces. 11:24 De los judíos cinco veces he recibido cuarenta azotes menos uno. 11:25 Tres veces he sido azotado con varas; una vez apedreado; tres veces he padecido naufragio; una noche y un día he estado como náufrago en alta mar; 11:26 en caminos muchas veces; en peligros de ríos, peligros de ladrones, peligros de los de mi nación, peligros de los gentiles, peligros en la ciudad, peligros en el desierto, peligros en el mar, peligros entre falsos hermanos; 11:27 en trabajo y fatiga, en muchos desvelos, en hambre y sed, en muchos ayunos, en frío y en desnudez; 11:28 y además de otras cosas, lo que sobre mí se agolpa cada día, la preocupación por todas las iglesias. 11:29 ¿Quién enferma, y yo no enfermo? ¿A quién se le hace tropezar, y yo no me indigno? 11:30 Si es necesario gloriarse, me gloriaré en lo que es de mi debilidad. 11:31 El Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, quien es bendito por los siglos, sabe que no miento. 11:32 En Damasco, el gobernador de la provincia del rey Aretas guardaba la ciudad de los damascenos para prenderme; 11:33 y fui descolgado del muro en un canasto por una ventana, y escapé de sus manos.
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Algunas veces la obediencia a la voluntad de Dios resulta en oposición y malos entendidos.
Debido a la obediencia Pablo sufrió mucho por la causa de Cristo. La lista de azotes, prisiones y peligros suena como algo insoportable para una persona. En una de sus cartas concluye diciendo: Yo traigo en mi cuerpo las marcas del Señor Jesús (Gá. 6.17). Pablo no había tenido tales experiencias antes de empezar a hacer la voluntad de Su Señor. La obediencia le costó caro. A pesar de eso, Pablo podía decir:
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A fin de conocerle, y el poder de su resurrección, y la participación de sus padecimientos, llegando a ser semejante a él en su muerte, si en alguna manera llegase a la resurrección de los muertos. No que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto; sino que prosigo, por ver si logro asir aquello para lo cual fui también asido por Cristo Jesús. (Fil. 3:10-12).
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El apóstol Pablo reveló los ajustes que hizo para hacer la voluntad de Dios cuando dijo: A todos me hecho de todo, para que de todos modos salve a algunos (l Co. 9:22). Tus ajustes y obediencia a Cristo serán igualmente costosos.
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¿Has tenido tu alguna vez una experiencia cuando los ajustes u obediencia a Dios te costaron caro?
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David Livingstone fue un famoso misionero de Escocia en el siglo pasado. Sus palabras de consagración tal vez te inspiren a ti a hacer tu propio compromiso de pagar el costo de seguir a Cristo:
Señor, envíame dondequiera, solamente vén conmigo. Dame cualquier carga, solamente sosténme. Corta todo lazo, excepto el que me ata a ti. -David Livingstone
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Pide a Dios en oración que te indique una o más enseñanzas que Él quiere que comprendas, aprendas y practiques.
¿ Cuál fue la enseñanza más significativa que aprendiste hoy?
¿Qué quiere Dios que hagas en respuesta a la enseñanza de hoy?
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RESUMEN
· La obediencia es costosa para mí y para los que me rodean.
. No puedo saber y hacer la voluntad de Dios sin pagar el precio del ajuste y la obediencia.
· Debo ajustar mis planes y programa a lo que Dios está haciendo.
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A fin de conocerle, y el poder de su resurrección, y la participación de sus padecimientos, llegando a ser semejante a él en su muerte, si en alguna manera llegase a la resurrección de los muertos. No que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto; sino que prosigo, por ver si logro asir aquello para lo cual fui también asido por Cristo Jesús. (Fil. 3:10-12).
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El apóstol Pablo reveló los ajustes que hizo para hacer la voluntad de Dios cuando dijo: A todos me hecho de todo, para que de todos modos salve a algunos (l Co. 9:22). Tus ajustes y obediencia a Cristo serán igualmente costosos.
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¿Has tenido tu alguna vez una experiencia cuando los ajustes u obediencia a Dios te costaron caro?
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David Livingstone fue un famoso misionero de Escocia en el siglo pasado. Sus palabras de consagración tal vez te inspiren a ti a hacer tu propio compromiso de pagar el costo de seguir a Cristo:
Señor, envíame dondequiera, solamente vén conmigo. Dame cualquier carga, solamente sosténme. Corta todo lazo, excepto el que me ata a ti. -David Livingstone
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Pide a Dios en oración que te indique una o más enseñanzas que Él quiere que comprendas, aprendas y practiques.
¿ Cuál fue la enseñanza más significativa que aprendiste hoy?
¿Qué quiere Dios que hagas en respuesta a la enseñanza de hoy?
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RESUMEN
· La obediencia es costosa para mí y para los que me rodean.
. No puedo saber y hacer la voluntad de Dios sin pagar el precio del ajuste y la obediencia.
· Debo ajustar mis planes y programa a lo que Dios está haciendo.
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Meditación en la Palabra: Pastor Pepe R. Castañeda
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