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Pepe R.Castañeda y Pepi Martinez

PREDICACIONES DESTACADAS

viernes, 26 de febrero de 2010

DISCERNIR COMO UN CUERPO LA VOLUNTAD DE DIOS. PARTE II




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PARTICIPARON EN EL CULTO, PRESENTANDOLO Y ORANDO, PETICION Y ORACION POR LA OFRENDA, INTRODUCCION A LA PALABRA YORACION DE DESPEDIDA, PACO ASENSIO, IGNACIO MARTINEZ, ADELA MANJON Y PILAR RESPECTIVAMENTE.
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DIERON TESTIMONIO DE LA EVANGELIZACION EN LAS CARCELES, HOSPITALES Y PUEBLOS, ADELA, PEPE Y SALVADOR.
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La voluntad de Dios y la iglesia.
DISCERNIR COMO UN CUERPO LA VOLUNTAD DE DIOS. PARTE II
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La iglesia es un cuerpo y cada miembro tiene acceso directo a Dios. ¿De qué mane­ras debiera la iglesia relacionarse con Dios para entender su voluntad? Marque su respuesta.
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Los miembros deben orar a Dios pidiendo dirección. Luego, cada miembro debe compartir lo que percibe que Dios le está diciendo a la iglesia. Entonces, todos los miembros miran a la Cabeza del cuerpo, Cristo, y continúan orando hasta que Cristo los convence de su voluntad.

Una iglesia llega a conocer la voluntad de Dios cuando el cuerpo entero llega a comprender lo que Cristo quiere que haga. Para una iglesia, el conocer la voluntad de Dios puede incluir a muchos miembros, no sólo a unos pocos. Sí, Dios a menudo le habla al líder en cuanto a lo que Él quiere que todos hagan. Ese líder entonces testifica ante el cuerpo lo que percibe que es la voluntad de Dios. El líder no tiene que tratar de convencer a la iglesia de que eso es la voluntad de Dios. Tampoco tiene que pedirle a la congregación que lo sigan sin cues­tionar. Lo que hace es animar a la iglesia a ir a Cristo y recibir confirmación de Él. La Cabeza es quien convence a su tiempo. Entonces, el cuerpo entero sigue a Cristo, la Cabeza. Por eso es que una iglesia tiene que aprender a funcionar como un cuerpo, con Cristo como Cabeza de su iglesia.
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La toma de decisiones en la iglesia
Cuando Dios guia a 1a iglesia, generalmente lo hace por medio de per­sonas yo entre ellos. La mayoría de las veces procede por medio de miembros que estan per­cibiendo una clara dirección de Dios a través de la oración. Dámos oportunidades para que la gente exprese lo que percibe que Dios nos esta guiando a ser o hacer. Nuestro deseo no es encontrar quién esta a favor o quién en contra. En nuestras reuniones de Iglesia nunca tomamos una votación preguntando: "¿Cuántos a favor? ¿Cuántos en contra?" Ésas no son las pre­guntas correctas. Cada vez que tu haces esas preguntas, corres el riesgo de una división.
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La pregunta correcta es: "Con toda la información de que disponemos, y con toda la oración que hemos hecho, ¿cuántos de ustedes perciben que Dios claramente nos está dirigiendo a proceder en esta dirección?" Esta pregunta es muy diferente. No pide que los miembros expresen sus opiniones. Les pide que emitan su voto según lo que perciben que Dios le está diciendo a su iglesia. En cuestiones críticas nunca hacemos la votación durante el debate del asunto. Esto alivia la presión que algunos sienten para tratar de imponer su opinión. Después del debate, tomábamos tiempo para orar y buscar la mente de Cristo.
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Supongo que el 55 por ciento de los miembros votan: "Sí, percibimos claramente que Dios nos está guiando a que procedamos en esta dirección". El 45 por ciento restante dice: "No, nosotros no percibimos que Dios nos esté guiando en esa dirección". ¿Qué hacer? Nosotros nunca seguíamos adelante. La votación me decía dos cosas: (1) Parecía que Dios nos estaba dirigiendo en la dirección indicada, y (2) el tiempo todavía no era el apropiado, por cuanto la Cabeza todavía no había traído al resto del cuerpo a percibir la misma dirección. Definitivamente sentíamos que Dios nos estaba dirigiendo en esa dirección por cuanto el 55 por ciento de nosotros lo habíamos percibido así. Pero sabía que el tiempo no era el apro­piado por cuanto el 45 por ciento todavía no había llegado a comprenderlo. Así que orába­mos, seguíamos trabajando y observando. Dejábamos que la Cabeza trajera al cuerpo a com­prender lo que Él quería hacer por medio de nosotros. Dios estaba a cargo, y presente, para convertirnos en una misma mente y corazón (Ro. 15.5-6; 1 Co. 1.10). Confiábamos en que lo haría.
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Os ruego, pues, hermanos, por el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que habléis todos una misma cosa, y que no haya entre vosotros divisiones, sino que estéis perfectamente unidos en una misma mente y en un mismo parecer.-] Corintios 1.10
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A menudo la gente pregunta: "¿Esperaba siempre tener un voto del cien por cien?" No, porque se que siempre habrá uno o más que se hallen tan lejos de la comunión con el Señor que no pueden oír su voz. Algún otro tal vez esta desobedeciendo a propósito. Sin embargo, por lo general esperámos hasta tener casi unanimidad.
No me molesto, ni me resiento contra aquellos que estan en desacuerdo con el resto del cuerpo. Su desacuerdo puede tal vez indicar que tienen algún problema de comunión con el Señor. Como pastor, entonces, trato de ayudarlos y procuro ver cómo Dios puede obrar por medio de mí para ayudarlos a restaurar la comunión con Él.

Reflexione sobre las preguntas que siguen.
1. ¿Cree que Dios quiere que el cuerpo llegue a ser de una mente y un corazón en cuanto a su voluntad para ese cuerpo?
2. ¿Cree que Dios puede hacer que todo su pueblo comprenda su voluntad?
3. ¿Cree que Dios puede hacer que su iglesia tenga esta clase de unidad?
4. ¿Estaría dispuesto a esperar en Dios hasta que Él haya tenido tiempo de ajustar a su voluntad a todos los miembros del cuerpo?
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Éste puede ser el lugar donde su fe enfrenta otra crisis. Pídele a Dios ayuda. ¿Puede Dios hacer que toda una iglesia alcance un sentido de unidad en cuanto a su voluntad? ¡Sí!
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Pero el Dios de la paciencia y de 1a consolación os dé entre vosotros un mismo sentir según Cristo Jesús, para que unánimes, a una voz, glorifi­quéis al Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo. -Romanos 15.5-6
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¿Qué le dice Dios por medio de estos versículos?

La ocasión según Dios. Debemos esperar hasta la ocasión propicia según Dios.

Las buenas instrucciones de Dios pueden perderse si erramos en notar la ocasión propicia según Dios. Una iglesia no sólo necesita conocer lo que Dios quiere que haga, sino también cuándo Él quiere que lo haga. Debemos esperar hasta que Dios indique que la ocasión es la propicia. Tenemos que esperar en Él como un cuerpo hasta que nos ajuste a sí mismo. Esto desarrolla una paciencia que confía en Él, y una confianza en amor de unos con otros.
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Esto no es simplemente un método para probarlo en su iglesia. A los miembros hay que enseñarlos a andar con Dios. Necesitan saber cómo oírlo cuando habla. Necesitan saber identificar las cosas que sólo Dios puede hacer. Como pastor soy responsable por eso. Desde que comencé a pastorear le pedí al Señor como Salomón que me diera sabiduría para enseñar a su pueblo, para prepararlo, y guiarlo conforme a su palabra y su voluntad.Luego, me esta llevando tiempo guiar a la congregación a una relación con Dios que puedan comprender lo que es una iglesia y cómo debe fun­cionar.
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Motivación real
Nunca trato de ganar el respaldo de la gente para una organización, un programa o una per­sona. Siempre los guio a que le pregunten a Dios qué es lo que Él quiere. Cuando ellos saben lo que Dios quiere, la única opción es la obediencia fiel.
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Lo mejor para motivar a las personas es pedírles que mientras andan en íntima comunión de amor con Dios, comprendan lo que Dios quiere hacer. Cuando Él habla claramente, deben obedecerlo.
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En muchas iglesias que conozco hay muchas costumbres tradicionales. Yo per­sisto en enseñarles hasta que el Espíritu de Dios, nuestro común Maestro, nos une en un corazón y una mente. Empezamos a permitir que Dios tome todo el tiempo que necesita­mos. Siento que mi responsabilidad como pastor es guiar a la gente a una relación con Cristo-Jesús tan íntima que puedan saber claramente cuando Él esta hablándoles. Entonces les pido que obedezcan a Dios; no que sigan algún programa, ni a ningún líder influyen­te, ni a una comisión, ni a mí. Dios el Espíritu Santo es el Motivador real del creyente.
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Nuestras reuniones de llegan a ser algunas de las ocasiones más emocionantes de la vida de nuestra iglesia. Se que en esas reuniones vemos claramente las instruccio­nes y actividad de Dios. Quieren venir porque es emocionante el momento cuando nuestra iglesia ve a Dios revelarnos sus propósitos y sus caminos.
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La iglesia es un cuerpo y Cristo es la Cabeza. El Espíritu de Dios guía a cada creyente. Su presencia morando en nosotros puede enseñarnos y ayudarnos. Siempre permito que lo que comprendo de la voluntad de Dios sea probado en la vida de la congregación; no por lo que yo pienso de la gente, sino por lo que se que la iglesia es.
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Cuando percibo que Dios quiere que nuestra iglesia haga algo, siempre le pido a la con­gregación que trabaje conmigo. Si la gente anda con Dios, puedo confiar en que Dios los guiará. Esto es verdad para los pastores y para otros miembros de la iglesia también. Si la gente no anda en comunión con Dios, entonces confío en que Dios me guiará para ayudar­los a ser lo que Él quiere que sean. Dios no se da por vencido con respecto a su pueblo; por lo tanto, tampoco puedo hacerlo yo.
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Como servidor vuestro y de otras iglesia donde trabajo, trato de guiar también a las iglesias de nuestra federación a funcionar de esta manera. Se que me va ha llevar algún tiempo ayudar a los pastores a comprender cómo andar con Dios de esta manera. La obra que estámos haciendo no es mi programa, es el trabajo de Dios. .
¿Puede una federación de iglesias funcionar de esta manera? Sí, si se les ayuda a com­prender cómo caminar con Dios.
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¿Qué te está diciendo Dios acerca de tu iglesia y de la manera actual en que se toman las decisiones?
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RESUMEN
• Una iglesia llega a conocer la voluntad de Dios cuando el cuerpo entero llega a com­prender lo que la Cabeza, Cristo, les está diciendo.
• Cada creyente tiene acceso directo a Dios.
• Las opiniones individuales no son lo importante. Lo que importa es la voluntad de Dios.
• Una iglesia debe aprender a funcionar como un cuerpo con Cristo como la cabeza.
• Una iglesia debe esperar la ocasión propicia según Dios.

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Meditación en la Palabra: Pastor Pepe R. Castañeda
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