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COLABORARON EN EL DESARROLLO DEL CULTO, MARIANA VARGAS PRESENTANDOLO Y ORANDO, MANUELA LOPEZPIDIO Y ORO DANDO GRACIAS A DIOS POR LA OFRENDA, PEPI MARTINEZ HIZO LA INTRODUCCION A LA PALABRA Y NOS DESPIDIO EN ORACION PILAR.
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FRAN ALVAREZ DIO TESTIMONIO DE COMO DIOS LE ESTA AYUDANDO EN SU VIDA CADA DIA. DIO GRACIAS A DIOS POR TODO LO QUE EL ESTA HACIENDO.
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Jueves, 09 de unio de 2.011
EL GRANDE SERA VUESTRO SERVIDOR Y EL PRIMERO SERA EL SERVIDOR DE TODOS. Parte I
Marcos, 10:42-44
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Si habláramos de prioridades en la obra de Dios, la de servir es una. Cuando se ofrecen lugares de privilegio hay muchos candidatos, pero cuando se pide humildad y servicio; no parece haber candidatos.
Por eso podemos decir con seguridad que el “departamento de servicio” es el que tiene la mayor cantidad de plazas vacantes en la iglesia.
Debemos saber que el servicio es el que le da sustento a todas las obras de la iglesia, y que toda la obra de Dios descansa sobre este invaluable don.
La expresión más destacada de este don es la que manifestó nuestro Señor Jesucristo en su ministerio.
Estas son sus palabras acerca de este don en su vida: “Como el hijo del hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos” (Mateo 20:28).
El servicio es lo más alto en la dignidad de los dones.
Aunque en la escala de valores del hombre, el servicio está en lo más bajo; en la escala de cómo Dios valora las cosas, el servicio es lo más alto en la dignidad de los dones.
Las palabras de nuestro Señor a sus discípulos: “Mas Jesús, llamándoles les dijo: sabéis que los que son tenidos por gobernantes de las naciones se enseñorean de ellas, y sus grandes ejercen sobre de ellas potestad. Pero no será así entre vosotros, sino que el que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor, y el que de vosotros quiera ser el primero, será el servidor de todos.” (Marcos 10:42-44).
El ejemplo de Cristo le da sustento y fuerza al insigne don de servir.
Podemos decir que despreciar el don de servicio; es despreciar el mismo ministerio de Cristo, y aún, a él mismo.
En nuestro tiempo estamos sufriendo la calamitosa consecuencia de un espíritu pequeño que solo se ocupa de sus propios intereses.
Debemos entender que el servicio que se da esforzadamente y con un corazón humilde, es el mayor signo de grandeza en nuestro mundo.
Esta verdad que se fundamenta en el gran ejemplo de Cristo, nos la recuerda con fuerza el apóstol Pablo:
“Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, el dual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz” (Filipenses 2:5-8).
Ese servicio de gran humildad y profundo amor de Cristo Jesús, es lo que mayor beneficio y riqueza ha traído a la humanidad.
La Palabra dice:
“Porque ya conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo, que por amor a vosotros se hizo pobre, siendo rico, para que vosotros con su pobreza fueseis enriquecidos” (2ª Corintios 8:9).
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Engrandezcamos la obra del Señor con nuestro servicio; con el don de servir, imitando a nuestro Señor y maestro, quien dijo:
“Vosotros me llamáis Maestro, y Señor; y decís bien porque lo soy. Pues si yo, el Señor y el Maestro, he lavado vuestros pies, vosotros también debéis lavaros los pies los unos a los otros. Porque ejemplo os he dado, para que como yo os he hecho, vosotros también hagáis.” (Juan 13:13-15).
En la escala de valores del mundo, el servicio está en lo más bajo.
Esto es así por causa de la vanidad y la arrogancia de la gente, que tienden a querer ser servidos antes que servir, y que creen que servir a otros de mas baja condición, los rebaja a sí mismos.
Tal filosofía es del todo errónea delante de Dios; porque la dignidad no se pierde al servir a otros, aunque la dignidad de los servidos sea menor que la del servidor.
Los que sirven deben tener conciencia plena acerca de esta verdad.
Vemos:
“Vosotros me llamáis Maestro, y Señor; y decís bien porque lo soy. Pues si yo, el Señor y el Maestro, he lavado vuestros pies, vosotros también debéis lavaros los pies los unos a los otros. Porque ejemplo os he dado, para que como yo os he hecho, vosotros también hagáis. De cierto, de cierto os digo: El siervo no es mayor que su señor, ni el enviado es mayor que el que le envió. Si sabéis estas cosas, bienaventurados seréis si las hiciereis” (Juan 13:13-117).
En este texto, donde el Señor demuestra toda su humildad al lavar los pies de sus servidores, él les hace ver que la gran humildad de su servicio no lo hace menos; él sigue siendo su Maestro y Señor.
El mensaje que contiene este texto se puede parafrasear de este modo: “La humildad de servir, lejos de quitarte tu dignidad y rebajarte; mas bien, te hace mas grande”
Para que puedas comprender mejor esta verdad, ampliaremos un poco más un texto al que ya nos referimos anteriormente:
“Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, el dual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. Por lo cual Dios también lo exaltó hasta le sumo, y le dio un nombre que es sobre de todo nombre, para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre” (Filipenses 2:5-11).
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Si habláramos de prioridades en la obra de Dios, la de servir es una. Cuando se ofrecen lugares de privilegio hay muchos candidatos, pero cuando se pide humildad y servicio; no parece haber candidatos.
Por eso podemos decir con seguridad que el “departamento de servicio” es el que tiene la mayor cantidad de plazas vacantes en la iglesia.
Debemos saber que el servicio es el que le da sustento a todas las obras de la iglesia, y que toda la obra de Dios descansa sobre este invaluable don.
La expresión más destacada de este don es la que manifestó nuestro Señor Jesucristo en su ministerio.
Estas son sus palabras acerca de este don en su vida: “Como el hijo del hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos” (Mateo 20:28).
El servicio es lo más alto en la dignidad de los dones.
Aunque en la escala de valores del hombre, el servicio está en lo más bajo; en la escala de cómo Dios valora las cosas, el servicio es lo más alto en la dignidad de los dones.
Las palabras de nuestro Señor a sus discípulos: “Mas Jesús, llamándoles les dijo: sabéis que los que son tenidos por gobernantes de las naciones se enseñorean de ellas, y sus grandes ejercen sobre de ellas potestad. Pero no será así entre vosotros, sino que el que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor, y el que de vosotros quiera ser el primero, será el servidor de todos.” (Marcos 10:42-44).
El ejemplo de Cristo le da sustento y fuerza al insigne don de servir.
Podemos decir que despreciar el don de servicio; es despreciar el mismo ministerio de Cristo, y aún, a él mismo.
En nuestro tiempo estamos sufriendo la calamitosa consecuencia de un espíritu pequeño que solo se ocupa de sus propios intereses.
Debemos entender que el servicio que se da esforzadamente y con un corazón humilde, es el mayor signo de grandeza en nuestro mundo.
Esta verdad que se fundamenta en el gran ejemplo de Cristo, nos la recuerda con fuerza el apóstol Pablo:
“Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, el dual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz” (Filipenses 2:5-8).
Ese servicio de gran humildad y profundo amor de Cristo Jesús, es lo que mayor beneficio y riqueza ha traído a la humanidad.
La Palabra dice:
“Porque ya conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo, que por amor a vosotros se hizo pobre, siendo rico, para que vosotros con su pobreza fueseis enriquecidos” (2ª Corintios 8:9).
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Engrandezcamos la obra del Señor con nuestro servicio; con el don de servir, imitando a nuestro Señor y maestro, quien dijo:
“Vosotros me llamáis Maestro, y Señor; y decís bien porque lo soy. Pues si yo, el Señor y el Maestro, he lavado vuestros pies, vosotros también debéis lavaros los pies los unos a los otros. Porque ejemplo os he dado, para que como yo os he hecho, vosotros también hagáis.” (Juan 13:13-15).
En la escala de valores del mundo, el servicio está en lo más bajo.
Esto es así por causa de la vanidad y la arrogancia de la gente, que tienden a querer ser servidos antes que servir, y que creen que servir a otros de mas baja condición, los rebaja a sí mismos.
Tal filosofía es del todo errónea delante de Dios; porque la dignidad no se pierde al servir a otros, aunque la dignidad de los servidos sea menor que la del servidor.
Los que sirven deben tener conciencia plena acerca de esta verdad.
Vemos:
“Vosotros me llamáis Maestro, y Señor; y decís bien porque lo soy. Pues si yo, el Señor y el Maestro, he lavado vuestros pies, vosotros también debéis lavaros los pies los unos a los otros. Porque ejemplo os he dado, para que como yo os he hecho, vosotros también hagáis. De cierto, de cierto os digo: El siervo no es mayor que su señor, ni el enviado es mayor que el que le envió. Si sabéis estas cosas, bienaventurados seréis si las hiciereis” (Juan 13:13-117).
En este texto, donde el Señor demuestra toda su humildad al lavar los pies de sus servidores, él les hace ver que la gran humildad de su servicio no lo hace menos; él sigue siendo su Maestro y Señor.
El mensaje que contiene este texto se puede parafrasear de este modo: “La humildad de servir, lejos de quitarte tu dignidad y rebajarte; mas bien, te hace mas grande”
Para que puedas comprender mejor esta verdad, ampliaremos un poco más un texto al que ya nos referimos anteriormente:
“Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, el dual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. Por lo cual Dios también lo exaltó hasta le sumo, y le dio un nombre que es sobre de todo nombre, para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre” (Filipenses 2:5-11).
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Meditación en la Palabra: Pastor Pepe R. Castañeda
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